martes, 11 de enero de 2011

Tardecita Pampeana

Tardecita Pampeana - A. Piazzolla, por Néstor Guestrin

“…la inmensidad por todas partes: inmensa la llanura, inmensos los bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra entre celajes y vapores tenues que no dejan en la lejana perspectiva señalar el punto en que el mundo acaba y principia el cielo.”

“…al fin, al sur, triunfa la pampa y ostenta su lisa y velluda frente, infinita, sin límite conocido, sin accidente notable; es la imagen del mar en la tierra; la tierra como en el mapa…”

“La vidalita, canto popular con coros, acompañado de la guitarra y un tamboril, a cuyos redobles se reúne la muchedumbre y va engrosando el cortejo y el estrépito de las voces: ese canto me parece heredado de los indígenas…” (De Facundo, Domingo F. Sarmiento)

Hay músicas cuyos sonidos describen paisajes, que evocan tanto o mejor que las palabras aquello que se intuye próximo o en una cercana lejanía. Quien mira parado desde el borde mismo de esa región llamada pampa vislumbra hacia adentro el interminable espacio determinado por esa cualidad en la poética de su descripción. Acordes lentos, morosos, tranquilos, al desmenuzarse sin prisa, nos dan el sabor del verde en conjunción confusa con el celeste de un cielo de agua al fluir en forma pausada y cálida. La planicie, la llanura infinita, la pampa argentina representada en la música se traduce así en una antigua melodía de vidalita salpicada como con un pincel sobre la insistente rítmica obstinada de un golpeteo del tamboril, aquel mencionado por el ilustre escritor.

Un músico de la ciudad, Astor Piazzolla, ve aquí desde la orilla, desde el borde, la profundidad insalvable de aquello que para Sarmiento, desde la historia, era un infinito desierto de verde y ausencias. Entra con su mirada y señala con sus notas la lánguida sensación de distancias irreductibles, en apariencia inhóspitas, pero sólo para quien no las transita ni conoce. Un mundo propio hay allí, se deduce, de guitarras, de cantores, de baqueanos, de gauchos e indios perseguidos, de historias secretas y conocidas, de leyendas y mitos, de fantasías y realidades.

Y las notas las cuentan, o creemos que las cuentan. En una tardecita de mate y sol postrero, demorada por la charla y el recuerdo.

Néstor Guestrin

1 comentario:

  1. El silencio se disuelve en el libro de la tierra que abre sus páginas y el cielo pasa por todos los matices del color arena.
    Siempre tu palabra llena de contenidos sabiendo que las letras se entrelazan con la música,en un idioma sin parangón.
    A travez de tu memoria el sonido se hace paisaje y el viento aúlla y enfría por las noches.
    Gracias por paseo pampeano de la mano de dos grandes,haciéndote grande como ellos.

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